Nuestro ajetreado, y frenético, ritmo de vida nos ha llevado a una situación en la que todo se gestiona de una forma tan apresurada como, en muchas ocasiones, eminentemente chapucera. Esto es algo palpable en nuestro propio quehacer más cotidiano.
Nuestro ajetreado, y frenético, ritmo de vida nos ha llevado a una situación en la que todo se gestiona de una forma tan apresurada como, en muchas ocasiones, eminentemente chapucera. Esto es algo palpable en nuestro propio quehacer más cotidiano.